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10 noviembre, 2013

2nd Un Día

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     ¿Nunca os habéis despertado con la idea de que ese día iba a ser vuestro último día? Una sensación difícil de asimilar, en principio. Y sin embargo, ese día lo aceptas. Se te ocurre dejar una carta a aquellos que crees que se merecen saber, por medio escrito, que los amas. Quizás ahí, en ese momento de reflexión, descubres a quien realmente quieres. Lo sientes, lo sientes mucho porque, si tiene que ser así que sea, pero nadie desea marcharse. Lo más triste es creer que todavía te quedan muchas cosas por hacer, porque aunque ya seas mayor, siempre quedará algo por hacer: aprender ese idioma que siempre anhelaste pero que nunca te atreviste a aprender, comer un plato de una comida que al resto de la gente le parece asqueroso pero que a ti te atrae por su singularidad, viajar a aquel país que por diversas circunstancias familiares nunca pudiste visitar, besar los labios de aquella joven que tan bien te sonreía... 

Y si es cierto que solo te queda un día, te deprimes. En el estómago se forma ese nudo que te resta el apetito y tu cabeza pregunta el porqué. Porqué razón te estás poniendo la camiseta, los vaqueros y las zapatillas deportivas en vez de quedarte en cama esperando a que todo acabe; si no sales de la cama tu muerte será natural, se supone, pero si sales, puede llegar a ser de lo más trágica que existe. Así, la cama parece la solución más cómoda, menos dolorosa y más sencilla. Y a pesar de lo extraño que parezca, solo lo piensas y tu actitud no cambia. Mantienes tu rutina. Abandonas la casa y notas como el viento te da en la cara. Sonríes. Los pros empiezan a aparecer. En tu interior ya te lo esperabas. Será cosa del último día, pero valoras mucho más lo que te rodea. Cuando comienzas a ver los coches pasar te entra el temor; y si es ahora. Cualquier circunstancia puede derivar en tu final. 

Sigues caminando por la calle y de nuevo te asalta la idea de escribir la carta. Las caras de los que aprecias aparecen en tu mente y caes en la cuenta de que lo más probable es que no te vayas a despedir y que eso de la carta no va a ser posible. El corazón se te oprime y te cuesta respirar. No te detienes. Te consuelas en el recuerdo de momentos que pasaste y das gracias por ello, a quien quiera que sea el que mueve el mundo, por todo. [+]

[To be continued]

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